Estimado director del periódico El Mundo,
Le
escribo en relación al artículo que apareció ayer en la sección Crónica de su
periódico titulado "Dos días y una noche con las seis Rumanas humilladas
en Madrid por los hinchas del PSV" firmado por Lucas de la Cal.
No
tengo ningún motivo para desconfiar de la buena intención de este periodista
"visibilizando" a las mujeres gitanas Rumanas que, como él dice,
"son invisibles" la mayor parte del tiempo. Sin embargo, creo que Lucas
ha abordado el tema desde un posicionamiento que, lejos de devolver cierta
dignidad pública (privada seguro que la tienen) a estas mujeres, las pone en
una situación de mayor vulnerabilidad al describir la situación en la que viven
desde los estereotipos negativos que suelen determinar la visibilidad pública
de los gitanos (y en especial de los gitanos del este).
Hay dos
cosas que me llaman mucho la atención: la primera es que inevitablemente hay
que vincular a estas mujeres, de etnia gitana y origen Rumano con el
asentamiento del Gallinero. Llevo trabajando en ese asentamiento desde 2007 y
ninguna de las mujeres con las que el periodista supuestamente comparte 2 días
y una noche vive en el Gallinero. Tal vez hubo un error de comunicación ya que
como el propio periodista dice no hablan muy bien castellano, o tal vez
simplemente venía bien. Pero por supuesto no se comprobó. Tal vez alguna de las
mujeres, de forma muy digna, le dio esa respuesta para salvaguardar su
intimidad y que no le hiciera más preguntas. Todo es posible.
Lo que
si que parece es que ubicando a una de las mujeres en el asentamiento el
Gallinero ya tenemos enmarcadas a estas mujeres "humilladas" dentro
del imaginario colectivo sobre las gitanas Rumanas, malviviendo al margen de la
sociedad. Subtitular el artículo diciendo que "sus padres las
vendieron a mafiosos" o escribir que duermen en la calle (para
después presentar esto como una opción personal al final del artículo) no me
parece que aporte mucho más que el refuerzo de dos prejuicios sobre los
gitanos: que son mafiosos, que venden a sus hijos, y que no se quieren
integrar. Todo esto, desde mi punto de vista, está impregnado de las ideas
racistas que tenemos sobre los gitanos las clases medias Europeas.
El otro
aspecto que me llama la atención es que pese a que una de las profesionales de
ACCEM, que tiene experiencia de trabajo con el colectivo de gitanos del este
que han emigrado a nuestro país le diga al periodista que los casos de mafias
son excepcionales, casi todo el reportaje está basado en esta idea, en que hay
mafias de la mendicidad. De nuevo, describir a todo un colectivo de migrantes, además
étnicamente diferenciados como gitanos, a partir de casos excepcionales no hace
más que reforzar los estereotipos negativos y actitudes racistas.
Bien es
cierto que el artículo recoge la opinión de Miguel Fonda, que opina "Hay
redes de delincuencia organizadas desde Rumanía que trafican con ciudadanos del
Este, a los que tienen trabajando en condiciones de esclavitud. Casi todos los
que están mendigando en las calles son extorsionados". Miguel es
presidente de la Federación de Asociaciones de Emigrantes Rumanos en España,
asociación que ya ha hecho otras declaraciones en las que deja claro que quiere
diferenciar a los migrantes Rumanos de los migrantes Gitanos Rumanos, ya que
les perjudica que se les cargue con el estigma negativo que tienen los últimos.
Tal vez esto de pistas de el lugar desde donde hace estas declaraciones y
confirma el argumento de la visibilidad negativa que se da al colectivo gitano
rumano desde la prensa. También me gustaría saber qué tipo de contacto tiene
con población gitana Rumana para hacer esa aseveración y los datos que
maneja.
Curiosamente,
el autor del artículo no ahonda más en los motivos por los que la policía se
llevó del espacio público a las mujeres y sin embargo no dijo nada a los
hinchas del PSV, como bien señala en su comunicado la Fundación Secretariado
Gitano. Tal vez hubiera sido otro posible enfoque para abordar la
"invisibilidad" de estas mujeres que parece tanto preocupa al
periodista autor del texto, analizando las desiguales relaciones de poder, el
racismo institucional y sistémico que sufren los gitanos y otros factores
fundamentales para explicar y entender lo que sucedió en la plaza mayor de
forma menos sesgada que el artículo que han publicado.
Entiendo
que el autor del artículo no haya reflexionado lo suficiente sobre la
perspectiva desde la que escribe, que no sea consciente de que su -suponemos
bienintencionada- representación de estas mujeres pueda contribuir a reforzar
los estereotipos negativos sobre ellas y sobre el resto de los gitanos. Parece
que el autor no es consciente de la vulnerabilidad de las mujeres gitanas en
Europa, del anti-gitanismo Europeo, tanto en Rumania como en España, o al menos
no lo tiene en cuenta a la hora de redactar su artículo.
Lo que
no puedo entender es que la línea editorial de su periódico no sea más
escrupulosa con el filtro que pone a las noticias que publica, permitiendo que
artículos así, que no aportan el contexto necesario para entender el evento de
la plaza mayor, sino que a lo que recurre es a una descripción estereotipada, y
añadiría racista, de la vida de unas mujeres a las que, con la excusa de
visibilizar, se les coloca en una posición aún más vulnerable de la que
estaban.
Pienso
que como periódico, en lugar de plantearse dónde está la dignidad de estas
mujeres, deberían plantearse donde está su dignidad como periodistas
permitiendo que se publique este tipo de artículos. Sinceramente, desde mi
posición como médica de familia que lleva años trabajando con familias (que no
mafias) que enfrentan día a día la precariedad crónica y la discriminación, me
siento obligada a escribirle esta carta porque me parece intolerable colocar a
estas mujeres en una posición aún más vulnerable. No es la primera vez que a su
periódico le llaman la atención sobre la forma de tratar cuestiones étnicas,
sobre todo con gitanos: no ser racista no consiste en no escribir la palabra
gitano, aunque luego se haga una descripción peyorativa perfectamente
identificable con la idea estereotipada de gitano en el imaginario colectivo,
sino cuestionar esos estereotipos.
Un saludo
Beatriz Aragón
Médico de
Familia en el Gallinero